A partir del próximo mes de enero, y una vez concluido su
proceso de musealización, el Ayuntamiento de Sevilla abrirá al visitante una
perspectiva más diáfana de la huella que entre sus muros han dejado 486 años de
historia, desde el inicio de su construcción en 1527. Las visitas guiadas que
se prevén organizar —con toda probabilidad en horario de tarde para no
interferir con la actividad municipal— darán a conocer de forma didáctica el
valioso legado que atesora un patrimonio vivo y en continua evolución.
El itinerario seguirá un orden cronológico y, durante el
recorrido, cartelas explicativas, pantallas táctiles y audioguías aportarán
toda la información de interés sobre las distintas estancias y las principales
obras de arte. « El Ayuntamiento de Sevilla » , libro editado por el ICAS y que
rubrica el profesor de la
Hispalense Luis Méndez Rodríguez, profundiza, precisamente,
en el conocimiento histórico del que se considera uno de los primeros edificios
del plateresco español.
La visita
comenzará en la planta baja, donde vestigios de la fábrica del XVI conviven con
el resultado de la reforma practicada en el XIX y otra ulterior realizada con
motivo de la Expo
del 92 y, entre todo ello, un lienzo de grandes dimensiones que representa a un
crucificado, de Juan Gui Romano, que estuvo en el Hogar Virgen de los Reyes y
que llegó al Consistorio en la década de los 80.
Tras esta
especie de preámbulo, el recorrido comienza formalmente en el siglo XVI con la
sala Apeadero, de planta rectangular y que corre en paralelo a la fachada de la
plaza de San Francisco. En ella, el escudo imperial de Carlos V y el de la
ciudad con San Fernando flanqueado por San Isidoro y San Leandro se presentan
ante la vista del espectador con inscripciones latinas alusivas a los
prohombres que allí se reunían. El discurso continúa en la Sala Capitular
Baja, el espacio simbólico más destacado, en el que sobresale la bóveda, con
una profusa decoración y con treinta y seis casetones con relieves de monarcas
reinantes entre el 866 y el siglo XVI. Motivos renancentistas, inscripciones
sacadas de textos de Salustio o del Éxodo sobre la importancia de la justicia,
así como alusiones a los orígenes míticos de la ciudad con Hércules y Julio
César, integran, entre otras curiosidades, los frisos de los muros de esta
sala, en la que cobran protagonismo las «Santa Justa y Rufina», de Juan de
Espinal.
El Juzgado
de Fieles Ejecutores será la siguiente dependencia, mucho más austera, a la que
nos conducirá el itinerario antes de acceder a la planta superior y desembocar
en el Salón San Fernando. En este último cabrían citarse un lienzo del monarca
que da nombre a la estancia —atribuido, gracias a los trabajos efectuados, a
Ignacio de Ríes y que codifica la imagen más conocida del rey a partir de su
canonización— y un retrato de Carlos II, de Carreño de Miranda, procedente de
la colección de los duques de Montpensier.
Accediendo
desde el vestíbulo a las dependencias del siglo XIX, el conocido como Corredor
de la Prensa o
galería superior da cobijo a una serie de pinturas de autores como Antonio
María Esquivel y su retrato del general Espartero. Tras ello, el Salón Montpensier,
antiguo comedor de gala, se abrirá al visitante con paredes decoradas con 51
cuadros de personajes relacionados con Sevilla, desde Doña María Coronel, al
rey Pedro I o el mismo Murillo.
Seguidamente,
el Salón Santo Tomás dará paso a una concepción diferente del espacio, con un
vistoso artesonado procedente del colegio que da nombre a la estancia. Sin
duda, una perfecta antesala al Salón Colón, o de los Borbones, así llamado por
los cuadros que representan a los reyes de esta dinastía desde Felipe V hasta
Don Juan Carlos I. De esta galería hay dos retratos de María de las Mercedes,
uno de Cabral Bejarano y otro de José María Romero, que reproducen dos imágenes
distintas de la reina: una más típica de la corte, la primera, y la otra más
íntima. Muy curiosos resultan, a su vez, el lienzo de Gonzalo Bilbao que
representa a Alfonso XIII con cuatro años con su madre, María Cristina, como
regente del reino, así como un cuadro de Manuel Wissel de Guimbarda que
presenta a Alfonso XII partiendo de un modelo, probablemente anterior, de
Amadeo de Saboya.
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