En casa, o en las calles de Sevilla, son buenos tiempos para comer.
Desde que la crisis se agudizó, casi no abren negocios que no sean bares
o supermercados. Y ahora, cuando los que tienen buena vista divisan
brotes verdes, seguimos igual. Dicen los gurús que cuando se retrae el
consumo hasta el mínimo posible, apenas si se gasta en nada que no sea
en comer. Sólo queda el bar, el supermercado o el mercado para gourmets
(para los que no son pobres y tienen gustos exquisitos). O el comedor
de caridad y el banco de alimentos (para los que sí son pobres y ya no
tienen ni para comer).
Por eso, es normal que vayan a cerrar el comercio de Cecilio del
Pueyo en la calle San Pablo para abrir un supermercado MAS. Es otro
comercio abierto en los años de la posguerra que se nos va, que se
perdió con una crisis dura como una guerra.
El comercio de Cecilio del Pueyo, propiedad de la familia
Osorno, era como un mercadillo de la Alameda metido en un local. Era lo
que el mercadillo de la Alameda pudo ser y no fue, por dos motivos:
porque ya estaba Pueyo y porque en la Alameda aparecían de forma
misteriosa muchos objetos perdidos. Si en Pueyo hubieran vendido libros
antiguos, y algunas antigüedades, hubiera podido ser como un Jueves,
pero de lunes a sábado.
Pronto, cuando culmine la liquidación a mediados de este mes, ya
no podrá ser nada de eso, sino un supermercado MAS. En la calle San
Pablo sólo se han abierto en los últimos tiempos negocios para comer,
excepto una librería de Beta, que es una originalidad cultural, y poco
más. Toda la collación de la Magdalena (esas calles que son evocadoras y
silentes en la mañana del domingo de Corpus, y tan de trasiego los
demás días del año) se nos hace barrio de Santa Cruz, como se empezó a
ver en la calle San Eloy, que más bien debería denominarse calle Grupo
San Eloy, en homenaje a los Gómez-Pando, que la llenaron de bares y
gastrotiendas con visión anticipada. Y, al final, como colofón en el
camino hacia la Triana de Susana, estará el gourmeteo del mercado del Barranco.
Dentro de unos años, no se sabe cuándo, hay diversas versiones,
llegarán unos tiempos en los que se podrán abrir tiendas de regalos
caros y raros, galerías de arte, floristerías, incluso puede que
joyerías. Tiendas de cosas que no se comen, pero son bonitas. Será
entonces cuando la crisis del comercio habrá terminado, después de
acabar con media Sevilla.
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