Partimos de que somos seres sociales, aunque quizá podamos decir que ahora las relaciones son más volátiles. Como todo, depende del grado de compromiso.
Según el nº Dunbar, somos capaces de relacionarnos de forma constante hasta con 150 personas dentro de nuestro círculo. La globalización y “democratización” (en el sentido vertical) de la comunicación lo permiten así. Así que podemos decir:
Este concepto no es nuevo, se lo inventaron las páginas amarillas con los medios que teníamos a nuestro alcance. Luego llegó la guía QDQ, que era mucho más guay porque traía descuentos de El Colmaito de Cai.
Pues algo así es lo que estamos haciendo ahora, pero afinando un poco más con nuestro público. Desde la conversación que escuchábamos antes, si estamos todos superconectados vamos a aprovechar para estudiar, desgranar la situación para ver dónde podemos ubicar la ventaja competitiva de nuestro negocio, hacer que despunte y sacarle todo el jugo,tanto al negocio como a nuestro público a través su participación e implicación.
La relación que tenemos con lo local es bastante sencilla. Si bien podemos seguir el New York Times en inglés, nuestra atención va a fijarse allá donde encontremos saberes compartidos, anécdotas locales, por el simple privilegio de comprender algo, el poder de la información y el sentimiento de pertenencia al grupo (que es inevitable) y nos condiciona como seres sociales. Un ejemplo es la película “Mundo es nuestro”. No tengo ningún amigo que no me haya dicho que es divertida, pero solo la entendería un andaluz.
Desde nuestra localización no podemos quejarnos por públicos heterogéneos, aunque esto va cambiando cada vez más, por lo que si conocemos nuestra ventaja diferencial, distinguimos a nuestro público objetivo y tenemos la herramienta, sólo nos queda pensar qué le vamos a decir para ganarnos su corazón. ¿Una promoción en El Colmaito de Cai para atraerlo al punto de venta y que vuelva? ¿Queremos que quien nos visite se convierta en líder de opinión y nos recomiende? Si una cosa nos queda clara es que, ni aún con los tiempos que corren, un negocio no puede posicionarse a través de estas herramientas por precio (o estas herramientas no sirven para posicionarte por precio) a no ser que queramos vender una experiencia (barata).
Tenemos la suerte de que Foursquare se haya integrado de forma natural en la vida de todo aquel homo Smartphone por lo social (decirle a tus colegas dónde estás y con quienes o hacer chek-in uno a uno para darle misterio al amigo que no habéis llamado, pero eso ya es estrategia) y Google Places, por la utilidad del mapa interactivo. Todas aquellas aplicaciones que no ofrezcan algo más, es decir, que no cubran una necesidad identificada en la sociedad y mantenerte en esa red suponga un sobre esfuerzo más alto que darle a compartir con el índice no funcionarán porque esas necesidades ya están cubiertas y bastante asentada.
Estas dos herramientas y los usuarios que traen debajo del brazo hacen que geolocalizar tu negocio en el ámbito virtual para ayudar a atraer al cliente hasta el punto de venta sea algo sencillo. Sólo queda la creatividad para vender la experiencia tanto virtual como física. Porque no es sólo para Starbucks, y ofrecer algo a cambio de un tweet no cuesta tanto comparando con los impactos que se obtiene.
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