martes, 26 de marzo de 2013

Sevilla es un sueño

Eso de que “Sevilla tiene un color especial“, no hay más remedio que creérselo. Pero desde luego, no hay mejor cosa que: “ver para creer“. Y más claro que Julio César no se puede ser, ‘los hombres creen gustosamente aquello que se acomoda a sus deseos’. ¿Qué es Sevilla sino un sueño, un deseo? Uno de los que se cumplen, con creces. Y sin faltar Antonio Gala, con una cita que desvela la verdad, ‘lo malo no es que los sevillanos piensen que tienen la ciudad más bonita del mundo…lo peor es que puede que tengan 
Maravilla, por su rima. Ciudad del sur, y capital de una grande como Andalucía. La más poblada entre sus hermanas. Huelva, Córdoba, Cádiz y Málaga sus más allegadas por frontera, siendo Jaén, Granada y Almería las que viven más lejos. Por el norte, Badajoz es el territorio que la encierra. Sevillanos o hispalenses, y entre ellos “quillos”, en cualquiera de sus nombres, son de tremenda simpatía y salero. Acogedores ellos y su tierra. Cuidan de un casco antiguo bien extenso, tanto como para ser el mayor de España. De su patrimonio histórico y monumental hay que decir mucho, como primera clave: son la Catedral, el Alcázar y el Archivo de Indias, Patrimonio de la Humanidad de forma conjunta. Tres de sus máximos exponentes que han de formar parte de tu visita.

Río Guadalquivir, privilegiado. Navegable desde su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda hasta la capital. ‘Al-wadi al-Kabir’, en árabe, con un significado lógico, “el río grande”. Abarca todo y más…como territorios de Jaén, Córdoba, Huelva y Cádiz. Desembocando en el Océano Atlántico, es de especial importancia para la ciudad. Por otra parte, en las entrañas, los sevillanos conviven en barrios tan famosos como el de Triana, La Macarena, Santa Cruz, Los Remedios, El Porvenir o Nervión.
Llegar a ella por tierra y aire. Ella, con un nombre que procede del indígena tartesio “Spal”, que significa “tierra llana”. Reseñar de tal señora, el crecimiento inintermitente en su parte urbanística, especialmente desde la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929; con ella, la ciudad experimentó un gran desarrollo, con la aparición del Parque de María Luisa o la Plaza de España. Dos grandes tesoros de la ciudad. Impresionantes. Quitan el hipo, sin caer en tópicos.
El Parque de María Luisa, un pulmón verde de aúpa. Bien de Interés Cultural. Desde 1914, da cobijo a las plazas de España y de América. Recorrerlo es un paseo inmenso, de fotografías infinitas. Recovecos y estancias de paz. Muy típico en últimos años el paseo en coche de caballo, bicis o derivados. De 40 hectáreas, goza de una extensa variedad vegetal, muy frondosa en muchos puntos, que comparten espacios entre fuentes y zonas de hierba que invitan al descanso. El sol potente se cuela entre las ramas de los árboles, alumbrando tus pasos. Muy conocido también como Parque de las Palomas, por la gran estampa de palomas que se agrupan formando una blanca alfombra en lugares como la Plaza de América.
De la mano, imprescindible, perfecta y despampanante… se abre ante ti el marco inigualable de la Plaza de España. Quizás no existan adjetivos o diferenciales posibles para atribuirle a esta PLAZA. Un espectáculo en vivo. Fue construida como edificio principal de la Exposición de 1929. Característico su recorrido en el que se encuentran bancos que representan todas las provincias de España, así como los bustos de españoles ilustres en sus muros. De estilo regionalista, Patrimonio Histórico de España. Su extensión y situación tienen una lógica: su dimensión es de 200 metros de diámetro y de forma semielíptica, con lo que “simboliza el abrazo de España y sus antiguas colonias y mira hacia el río Guadalquivir como camino a seguir hacia América”. Concretamente, la superficie total es de 50.000 metros cuadrados aprox. Tiene una fuente central, obra de Vicente Traver, y además, un canal que es cruzado por 4 puentes que representan los 4 antiguos reinos de España. Pura historia de lado a lado. La panorámica es complicada por su amplitud, pero perfecta fotografía.
Volviendo al casco antiguo. Inundado de coches de caballo. Olor a incienso con la llegada de Semana Santa. Turistas de todo el mundo. Terrazas en sol y sombra. Gente y gente sin cesar. Protagonista y testigo de tal escenario es la Catedral de Santa María de la Sede. Es también Bien de Valor Universal Excepcional. Su construcción comenzó en 1433 sobre la antigua Mezquita Aljama, y en pie mantiene una potente imagen de estilo gótico, siendo así la catedral con mayor superficie del mundo. Su exterior es tremendo pero lo que de verdad lo es, es su interior. Cinco naves que aguardan diversas capillas, y en cuyo conjunto se encuentra el cuerpo del navegante Cristóbal Colón y el del Rey Fernando III de Castilla. De su exterior, observamos cuatro fachadas diferenciadas por su situación norte, sur… y es en la norte donde se encuentra la Puerta de la Concepción que se abre al patio de los Naranjos. Desde éste, podrás tener el control del templo y sin duda, mirada hacia arriba para toparte con la grande, la Giralda. Es la torre y el campanario de la Catedral, con una altura de 104 metros, haciéndola visible desde gran parte de la ciudad. Por supuesto, no ha de faltar la subida a la misma, por 35 rampas bien anchas y un tramo final de 17 escalones para acceder al nivel de las campanas desde donde ver Sevilla en una perspectiva adorable.
Los Reales Alcázares son un siguiente peldaño en tu visita. Un conjunto de palacios rodeados por una muralla, en pie desde la Alta Edad Media. Con varios accesos, en su interior alberga el Palacio mudéjar y el Palacio gótico como atracción histórica importante, junto a sus Jardines, una parte fundamental del Alcázar, habiendo experimentado diversas transformaciones estilísticas desde su trazado primitivo. En el paseo por los mismos, encontrarás caracteres árabes, renacentistas y modernos. Desde luego, un lugar fresco donde prima el descanso y el sosiego. El tercero en discordia, en el conjunto del nombrado Patrimonio de la Humanidad, se planta el Archivo General de Indias, creado en 1785 por deseo del rey Carlos III, para centralizar en un único sitio la documentación referente a la administración de las colonias españolas.
Es cuestión de pasear por la Avenida de la Constitución, de tiendas y casas andaluzas, de bares y terrazas, del paso del tranvía y rodeando la Catedral. Y así, acercándonos al paso del río Guadalquivir, para toparnos con la Torre del Oro, otro gran atractivo y parte de tu lista de obligaciones. Una torre albarrana, junto a la plaza de toros de la Real Maestranza. En el margen izquierdo del río, se alza con 36 metros de altura, y cuyo nombre se le atribuye al brillo dorado que se reflejaba sobre el Guadalquivir. Y de un salto, nos hacemos con el Barrio de Triana, abandonando la zona del barrio de Santa Cruz, para empaparnos de otro aire sevillano. Ese salto lo podrás hacer a través del Puente de Triana, que es la verdadera seña de identidad para los vecinos del barrio. Al desembocar en Triana, desde el puente, se llega a la Plaza del Altozano, verdadero centro de referencia del barrio. Realmente un punto más a favor de Sevilla.
En lo que al dormir y el comer se refiere…no debemos faltar. Imposible no citar al precioso y magnífico monumento por hotel, el de “Alfonso XIII“, lujo y belleza se aúnan en este hogar sevillano, muy céntrico. Para bolsillos más económicos, encontramos varios hoteles pequeñitos perfectos para el turista en pleno casco antiguo: “Hotel San Francisco“, “Hostal Zurbarán” o el “Hotel Baco“. A la hora de sentarse a la mesa o apoyarte en una barra, la elección es complicada pues a tu paso verás locales ideales para tapear o probar un buen pescaito frito. Véase “Pura Cepa” o “Antigüedades”, o la gastro-taberna de “Tradevo“, con un estilo más moderno y de elaboración.
La confirmación de que Sevilla tiene un color especial, se palpa. Imparable, pues infinitos lugares se escapan de las manos. Un fin de semana entre sus calles es sumar años de vida. Puro arte para disfrutar sin parangón. Marc Chagall, pintor francés, da en el clavo, ‘el arte es sobre todo un estado del alma‘. Y cómo no…Sevilla te atrapa el alma.


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