lunes, 24 de febrero de 2014

La apertura de tantos bares revela falta de amplitud de miras"

Es el delegado de Urbanismo del Ayuntamiento con menos recursos y más deudas desde que en 1983 se fundó la actual Gerencia. Está consagrado a modificar el PGOU para sacar adelante proyectos privados, a la lucha contra los abusos de los veladores generada por la ley anti-tabaco y la burbuja de la hostelería y a la reordenación de un organismo autónomo que conserva buena parte de las estructuras de los años del boom inmobiliario. Maximiliano Vílchez (Órgiva, Granada, 1959) tiene buen humor, encaja la crítica con el despiste propio de quien no está al cien por cien dedicado a leer ni a oír lo que se dice sobre su gestión y, sobre todo, tiene la tranquilidad del que tiene un camino de vuelta: un puesto en el cuerpo superior de letrados de la Administración de la Seguridad Social. 

-¿Cómo se encontró los cajones de la Gerencia de Urbanismo? 

-Nos los encontramos con cosas muy extrañas… Había muchos expedientes sancionadores paralizados. Nadie nos explicaba la razón. Nosotros reactivamos la tramitación de esas sanciones, que en algunos casos llevaban años paradas. Estamos hablando de más de cien expedientes. Y el cajón del dinero estaba muy cortito, muy cortito, pero muy cortito. Por no decir vacío. 

-¿Pero esos expedientes se paralizaron por el anterior gobierno por tratarse de vecinos conocidos, quizás? 

-Nombres conocidos no había en esos expedientes. Pero sí eran un número importante. Cuando pedimos explicaciones, nos dijeron que la paralización de esos expedientes obedecía a la decisión de la dirección política de la Gerencia de entonces. 

-En 2007 se pidieron licencias por obras presupuestadas en 1,5 millones de euros. En 2012, el primer año completo en que usted dirige la Gerencia, apenas se llega a 140.000 euros. Con este bajonazo, ¿cómo se justifica todo un organismo autónomo como la Gerencia de Urbanismo? 

-No se concibe un ayuntamiento sin una unidad de gestión urbanística. Las circunstancias económicas que sufre el país han provocado una parálisis en el sector de la construcción. Pero las ciudades están vivas y siguen necesitando del urbanismo. La poca actividad que haya en la construcción siempre va a necesitar de esa unidad de gestión urbanística. Lo que estamos tratando, precisamente, es de unificar acciones en la Gerencia de Urbanismo, a la que reconducimos ciertas áreas, por ejemplo con motivo de la entrada en vigor de la ordenanza única de obras y actividades. La Gerencia también está asumiendo servicios que antes se externalizaban. Nosotros no estamos externalizando prácticamente nada. En la Gerencia se hacen muchos servicios para otras delegaciones del Ayuntamiento y distritos, ahí hacemos una labor importante. Sí hay que reorganizar la Gerencia, que tiene que adaptarse a nuevos tiempos y nuevas normativas. Pasamos de una ordenanza en la que la licencia era la clave del funcionamiento para entrar en una nueva normativa en la que la declaración responsable y la posterior comprobación por los funcionarios son las nuevas claves. Esto obliga a cambiar un poco los esquemas, la dinámica de trabajo y los procedimientos. 

-En la Gerencia se negocia, precisamente ahora, un nuevo convenio colectivo. Ustedes mismos han afirmado que las ventajas que hasta ahora incluye el convenio son de las mejores de España. ¿Cuál es la posición de la empresa ahora mismo? ¿En qué se va a ceder y qué se pretende endurecer? 

-Nosotros lo primero que queremos es llegar a un acuerdo. No tendría sentido acabar en los tribunales por falta de acuerdo. Nosotros pusimos una oferta encima de la mesa que es la de homologar a los trabajadores de la Gerencia con los demás trabajadores del Ayuntamiento en derechos y obligaciones. Los trabajadores de la Gerencia, que tienen unas condiciones salariales muy por encima de las de los demás trabajadores del Ayuntamiento, también quizás porque muchos de ellos asumen unas responsabilidades muy especiales, entienden que nuestra propuesta es muy baja. Tenemos tiempo de negociación hasta mayo. Los sueldos más altos tendrán una rebaja salarial más alta. Queremos reordenar complementos salariales. Nosotros queremos que los complementos se basen en la productividad y en la responsabilidad. No todo el mundo puede cobrar igual porque no todo el mundo asume la misma responsabilidad, ni todo el mundo trabaja igual. 

-¿No sería más sensato mantener las retribuciones básicas y recortar las jefaturas? La mitad de la plantilla goza de alguna jefatura en distintos grados. 

-Nosotros nada más llegar hicimos una reordenación. Había más de 30 jefaturas y las dejamos en 13. Eso generó un ahorro en 2,5 millones de euros. 

-Pero usted se refiere a las jefaturas de servicio. Hay muchos otros tipos de jefaturas. 

-Sí, sí. Por eso es clave el convenio. Efectivamente hay demasiados tipos de jefatura. En una estructura de 430 personas, si se analizan los puestos base respecto a los demás puestos, hay una desproporción enorme. Hay más jefes de los que se requieren. 

-En la última década se ha hablado en función de los estilos y de los debates políticos del urbanismo bajo sospecha, del urbanismo morado, del urbanismo productivo… ¿Su urbanismo es el urbanismo de los veladores? 

-(Risas) La verdad es que mi etapa está coincidiendo con una demanda tremenda de veladores como consecuencia de la prohibición de fumar en los establecimientos. Estamos queriendo poner orden, equilibrando los intereses de los hosteleros, de los ciudadanos que quieren usar esos veladores y de los vecinos que viven cerca de esas terrazas y que sufren el ruido que a veces provoca esa masa de personas. Porque además los sevillanos tenemos la característica de hablar muy alto. Y eso influye. En bares y restaurantes de fuera de España no se habla tan alto. También hay que tener en cuenta el interés de quien quiere pasear por las calles de Sevilla y que de pronto se encuentra con una calle o una acera inaccesibles por los veladores. Hay una normativa clara y hay acciones disciplinarias. De los hosteleros nos llegan últimamente críticas por la dureza de las inspecciones. Y también recibimos críticas de los vecinos. 

-Del Prado a la Plaza de San Francisco se puede pasear bajo luces de Navidad, pero no bajo la sombra. Y eso es duro en una ciudad de muchos meses de calor y pocos de frío. La herencia recibida, según la expresión que ustedes han acuñado, dejó un recorrido peatonal pero inhóspito. ¿Esto tiene algún arreglo? 

-La calle San Fernando tiene, más o menos, su arbolado con palmeras y naranjos. El problema de la calle San Fernando son las catenarias, esos árboles de hierro tan feos. Cuando la situación económica mejore, hay que plantearse su eliminación y apostar por un sistema que no requiera de catenarias, por un sistema menos agresivo como el de la Avenida. Y es cierto que en los meses de verano no hay quien pueda circular por la Avenida. No hay prácticamente árboles que den sombra. Nos encontramos con inconvenientes como la Semana Santa, no podemos afectar la instalación de sillas y palcos. Hay que pensarlo muy bien. Y lo estamos haciendo. La solución es un sistema de toldos, estéticamente atractivo y que pueda dar una sombra necesaria. Se utilizarían estructuras transitorias, parecidas a las que se ponen por Tetuán, donde hay tramos en los que, como los propietarios no nos dejan usar la fachada, pues empleamos esas estructuras. En la Avenida se podrían poner en las aceras. Llevamos un tiempo estudiándolo. También se pueden poner en los puentes hacia Los Remedios, como nos ha solicitado el distrito. Hay que ser muy cuidadosos con los modelos que se utilizan para evitar los fiascos. No se puede olvidar que estamos en una zona monumental, lo que obliga a pensar mucho las cosas. La clave es encontrar un diseño que encaje, que no sea una horterada, que sea estético y que cumpla una función al mismo tiempo. No podemos poner estructuras que parezcan militares o que parezca que estamos en la playa de Chipiona. 

-Dígame qué proyecto de los que se han presentado hasta ahora se va a realizar de verdad de aquí a final de mandato. Porque se nos han anunciado aparcamientos subterráneos, el Paseo del Arte con piscinas fluviales junto al río, el Pompidou sevillano en la Puerta de la Carne, el gourmet de la Nave del Barranco, la puesta en uso de la Fábrica de Artillería… No se ve nada por ahora. 
-Van a salir proyectos con toda seguridad. En la Fábrica de Artillería ya hemos hecho una primera inversión de 150.000 euros para arreglar las cubiertas, que eran el principal problema de conservación. Y el próximo año vamos a hacer otra intervención importante para que el público pueda visitar el edificio, sobre todo las zonas conocidas como la catedral y la calle. Lo haríamos todo con una economía muy básica y sin tocar el edificio, de tal forma que la iluminación o la refrigeración sean estructuras reversibles. Y, por supuesto, que todo esté en condiciones de seguridad y limpieza. No se toca el patrimonio ni se altera. Una vez abierto al público, queremos organizar exposiciones que atraigan al público y captar iniciativas privadas. El Museo de Carruajes lleva año y medio interesado en este edificio. Estamos estudiando la fórmula por la que el Museo se haría cargo de la restauración de una zona concreta a cambio de permanecer allí una serie de años. En la Fábrica de Artillería caben muchos usos, aquello es enorme. 

-¿Y sobre otros proyectos que se han pregonado? 

-Los proyectos de la Puerta de la Carne y de la Estación de Cádiz, que son de iniciativa privada, ya se han licitado. La obra de la Nave del Barranco empieza este mes, ya tiene la aprobación de la Comisión de Patrimonio. 

-En la Nave del Barranco se ha aplicado una suerte de urbanismo de chicle, si me permite la expresión. Porque se ha usado al límite el PGOU, se ha estirado al máximo para hacer pasar un mercado gourmet como un servicio público. 

-Eso ya se movió en abril de 2011 cuando nosotros aún no estábamos en el gobierno. Nosotros lo que hicimos fue preguntar al área de Cultura, a la que estaba adscrito el edificio, si estaba previsto algún uso cultural en el inmueble. Se nos dijo que no. No nos podemos ceñir estrictamente a las catalogaciones y usos del Plan General. Si nos atenemos a la literalidad del PGOU, es muy difícil mover algo en una ciudad como Sevilla. Tenemos que hacer las posibles interpretaciones que permitan atraer inversiones, siempre dentro de la legalidad. 

-El anunciado Pompidou en el antiguo mercado de la Puerta de la Carne se ha descafeinado… 

-El negocio del turismo es la hostelería, el hotel, el souvenir… En la Puerta de la Carne hemos querido unir la cultura y la restauración, hacer algo parecido al mercado de San Antón o el de San Miguel en Madrid. Es una apuesta fuerte con una parcela cultural importante. 

-¿Qué valoración hace cuando se disparan las licencias de nuevas actividades y la mayoría de ellas son para más y más bares? ¿No sabemos los sevillanos abrir otros negocios que no sean bares? 

-A mí me llama mucho la atención. Hay un modelo claro en Sevilla que pasa por el bar, el restaurante y la gastronomía que ejerce de atractivo turístico muy importante. Pero eso revela a veces una falta de amplitud de miras. Basta ir por ciudades europeas, incluidas muchas españolas, para comprobar que sin necesidad de tantos bares hay otro tipo de negocios que se establecen y que pueden generar el mismo empleo que un bar. El bar es el negocio fácil y que está de moda. Todos nos consideramos camareros y cocineros. Nos metemos a ejercer de tales por necesidad, porque la situación económica está complicada y porque, también es cierto, Sevilla está recibiendo a muchos turistas que demandan estos servicios. Pero habría que impulsar fórmulas para que la oferta vaya más allá de los bares, que haya especializaciones en artesanías, textiles o de otras disciplinas. Y buscar negocios elaboradores de materias, no sólo de distribuciones o comercialización. 

-Usted puede ser perfectamente el delegado de Urbanismo más tieso de la democracia. Sus antecesores en el cargo disfrutaron del cuerno de la abundancia. 

-Sí, sí, sí. ¡Y me da coraje! No tenemos dinero, no hay actividad que genere ingresos propios. Y aún es peor: tampoco podemos endeudarnos porque la normativa lo prohíbe. Es frustrante no poder sacar adelante muchas de las ideas que tenemos porque ni tenemos el dinero, ni lo generamos, ni podemos pedirlo prestado. Se puede imaginar lo que podríamos hacer con sólo un tercio de lo que había en la época gloriosa del urbanismo. Lo dedicaríamos no a grandes proyectos, sino a la erradicación de la infravivienda y a mejorar los viales y espacios públicos. 

-¿Cómo cree que perciben los ciudadanos la figura del alcalde cuando estamos ya en el tercer año de mandato? 

-Todas las personas con las que hablo me destacan del alcalde una cualidad: su cercanía. No es está endiosado, ni se ha despegado de la gente. Todo lo contrario. Es un alcalde que es capaz de ir al Vacie lo mismo que al Club Pineda. Tiene sensibilidad con los problemas de la gente y que a nosotros nos exige respuestas a los problemas de la gente. A veces nos gustaría darle esas respuestas, pero los condicionantes económicos son muy importantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario