martes, 28 de mayo de 2013

Ceremonial y curiosidades del mundo del toro

El ceremonial que hay entorno al mundo de los toros. Estamos en las fiestas de San Isidro y a muchas personas, que no son especialmente entendidos, les llama la atención ciertos rituales y costumbres. Voy a intentar explicar a todos los lectores algunas claves para entender mejor el ceremonial y símbolos que vemos en las plazas de toros a través de su historia y costumbres.

La Plaza

El término "plaza" se deriva del latino "platea", lugar público, amplio y espacioso, adecuado para grandes concentraciones de la población. El recinto natural que acoge el espectáculo de correr toros (corrida) surge con el diseño de las plazas Mayores, pensadas y trazadas para el desarrollo de estos festejos, independientemente de utilizarse como sede de ferias de ganado o como asentamientos de mercaderías.
En España, el auge de las plazas Mayores parte de la construcción de la Plaza Mayor de Valladolid, ordenada por Felipe II a raíz del pavoroso incendio declarado en septiembre de 1561 que destruyo 440 casas de la plaza anterior y más de media ciudad que se levantaba en las calles adyacentes.
Los balcones se diseñan con el fin de que sirvan de aposento a los espectadores de las funciones públicas que se desarrollan sobre el suelo enarenado para juegos de toros y cañas de la Plaza Mayor. Para acondicionar la plaza a la fiesta del toro se construyen instalaciones con andamiaje de madera que tendrán como fin albergar al público plebeyo en tribunas y graderíos. La aristocracia tiene su localidad reservada en los balcones.
¿Por qué las plazas de toros son circulares? Los toros que se corrían en la Edad Media no eran bravos, sino bravucones o mansos. Buscaban refugio en aquellos lugares de la plaza que eran mejor para su defensa y evitar así el hostigamiento al que eran sometidos y lo encontraban en los ángulos del rectángulo de la plaza. Allí se "aquerenciaban" y vendían cara su muerte.
Esta dificultad propició la instalación de chaflanes de madera para "matar" los ángulos de la figura geométrica siendo más tarde, ya en los siglos XVII y XVIII, la construcción de las plazas poligonales que, poco a poco suavizaron sus formas hasta completar una figura elíptica más o menos regular, como la maestranza de Sevilla -la primera no poligonal-, o completamente circulares, como la Plaza de la Puerta de Alcalá de Madrid, que fue mandada construir por Fernando VI.

Reales Maestranzas y Monumentales

La palabra maestranza deriva de "maestría" y corresponde a la categoría adjudicada a una institución de la nobleza española  creada con el fin de la guerra con los árabes tras la conquista de Granada. Lo más cercano a la realidad es que las Maestranzas se crearon para vigilar y poner orden en regiones susceptibles de fomentar brotes separatistas, tanto en el orden político como en el religioso. La de mayor abolengo es la de Sevilla, fundada en 1670, adquiriendo el título de Real el 14 de mayo de 1730. Además de la de Sevilla, hay otras cuatro Reales Maestranzas: la de Granada, Ronda, Valencia y Zaragoza; pero la palabra Maestranza está secularmente vinculada a Sevilla y a su plaza de toros.
Cuando se habla de algo monumental se entiende como obra pública objeto de admiración y conservación por su utilidad histórica; o bien para identificar algo de muy grandes dimensiones. La monumentalidad de las plazas de toros responde a la idea del torero José Gómez OrtegaGallito, obsesionado en la creación de cosos taurinos con grandes aforos.
Pero si hablamos de monumentales, lo es, por excelencia, la Monumental Plaza de Toros de México. Esta plaza fue inaugurada en el año 1946 para competir con la de El Toreo, multiplicando su aforo hasta alcanzar una cifra superior a las 45.000 localidades. Es la más grande del mundo.

Requisitos reglamentarios de las plazas

Las plazas de toros han de cumplir una serie de requisitos reglamentarios para poder ser utilizadas como recinto para espectáculos taurinos. El reglamento taurino clasifica en tres grupos a las plazas de toros: permanentes, no permanentes y portátiles y otros recintos. En dicho reglamento se determinan los requisitos que deben poseer cada uno de los grupos: el diámetro del ruedo, la altura de las barreras, el número de corrales, chiqueros, enfermería y la dotación médico-quirúrgica, etc. Asimismo, el reglamento obliga a tener una hora antes de que comience el festejo, y durante el tiempo que dure el mismo, una unidad de evacuación (UVI móvil) debidamente equipada a disposición del jefe de Servicio.
Las plazas de toros tienen diferentes categorías. En las permanentes no se reconoce otra jerarquía taurina que la obtenida por aquellas capitales de provincia o ciudades que vengan celebrando anualmente más de 15 espectáculos taurinos, de los cuales, al menos 10, habrán de ser corridas de toros. Las plazas de toros de primera categoríason, siguiendo esta premisa, las de Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Zaragoza y Córdoba. A efectos de retribución a los profesionales taurinos, la de Pamplona también está considerada de primera categoría.
El resto de las plazas de capitales de provincia se consideran de segunda categoría, además de la de Gijón, Aranjuez, Algeciras, Mérida, Linares, Jerez de la Frontera, Puerto de Santa María y el Palacio de Vistalegre en Madrid.
Todas las demás plazas, permanentes o no, y las portátiles se engloban en tercera categoría.

La Lidia

Preliminares: en un lugar junto al caballete del tejado de la puerta principal de la plaza, ondea la bandera de España, en solitario o acompañada por otras de Comunidad y la ciudad. Es la señal de que se va a celebrar un festejo taurino. En los corrales de la plaza, los toros aprobados en los reconocimientos aguardan su enlotado, sorteo y posterior enchiqueramiento.

En el patio de caballos, los picadores revisan el estado de las cabalgaduras que ya han sido sometidas al preceptivo reconocimiento veterinario. Según el Reglamento el peso de los caballos no podrá ser menos de 500 kilos ni exceder de 650. Los picadores, en presencia de la autoridad, eligen la vara, una garrocha de madera de haya o fresno que presenta un ligero alabeo. En uno de sus extremos se monta la puya, previamente extraída por la autoridad de una caja precintada.
El material del peto deberá ser ligero y resistente, no pudiendo exceder su peso de 30 kilos. También se comprobarán los estribos del atalaje,  que deberán ser de los llamados "de barco", sin aristas cortantes los del lado derecho, pudiendo ser utilizados los llamados "vaqueros" en el lado izquierdo.
Ceremonial del enlotado, sorteo, apartado y enchiqueramiento. 'No hay quinto malo'.
Los toros declarados aptos para la lidia se agrupan en uno de los corrales de la plaza y son examinados por los representantes de los toreros,  a distancia vigilan el presidente y el delegado de la autoridad. Se están haciendo los "lotes" o agrupaciones por parejas de los toros que serán sorteados.
Después de tener los lotes hechos se celebra el sorteo. La tradición, que como ya sabe el lector, crea norma, impone que la numeración de cada lote se anote en hojas de papel de fumar, una costumbre arrastrada desde finales del siglo XIX. El acto de enrollar los papeles de fumar hasta lograr hacer minúsculas bolitas pertenece a la liturgia de los preliminares de la corrida. El que se encarga de hacer de maestro de ceremonias en esta peculiar liturgia es, generalmente, uno de los banderilleros, que somete posteriormente el ceremonial a la aprobación de sus compañeros. Una vez todos de acuerdo en la elaboración de las bolas de papel, se introducen éstas en el fondo de sendos sombreros o gorrillas, agitando el contenido a semejanza de un bombo. Una vieja leyenda urbana cuenta que antiguamente algunos operarios habilidosos marcaban las bolitas y las elegían al tacto.
La implantación del sorteo tuvo lugar en la última década del siglo XIX. En aquel tiempo los ganaderos estaban facultados para decidir el orden de salida de los toros al ruedo. Guerrita, que era apoyado por los grandes ganaderos, era entonces el torero más influyente dentro y fuera de la plaza. Se dice que imponía la actuación de un espada de superior antigüedad para abrir plaza, exigencia que mantienen las figuras actuales y así asegurarse la atención del público, todavía no acomodado en su asiento cuando sale el primer toro del festejo.
Así la famosa frase acuñada por los aficionados 'no hay quinto malo'debe su existencia a que los ganaderos reservaban el segundo lote, que era el mejor, y se encomendaba el quinto toro a Guerrita, el torero cordobés.
En algunas plazas de toros la ceremonia del sorteo y las siguientes operaciones realizadas con el ganado en los corrales puede ser presenciada por el público. Acabado el sorteo, los representantes presentes deciden el orden de salida de los toros. Una vez hecho esto ya se puede comenzar las faenas de apartado y el enchiqueramiento. Los toros son apartados del grupo y conducidos uno por uno hasta el chiquero asignado según el orden de salida al ruedo.

La 'etiqueta' del torero: La ropa.

Capote de paseo. Es una prenda de lujo que se usa exclusivamente para envolver al torero durante el paseíllo y como adorno posterior en los antepechos de las localidades de barrera.
Chaquetilla. También llamada casaquilla o chupa, está formada por los siguientes elementos: espaldar, delanteros, mangas y cuello. Estas cuatro partes están elaboradas en raso impregnado de un material impermeable para impedir la penetración de líquidos, en especial, la sangre. La chaquetilla se remata con la instalación de los hombrillos.
Taleguilla. Es el pantalón del traje de luces y se fabrica con dos tipos de tejido: el punto elástico que permite el ajuste a los muslos, glúteos y cintura, y el raso, que es la parte cubierta con el bordado. La taleguilla se debe ajustar de tal manera al cuerpo del torero que haga la función de segunda piel. Un centímetro de más desencaja y desajusta la compostura del torero.
Chaleco. Se realiza en raso y ésta bordado sólo en la parte delantera.
Camisa. Se fabrica con tejido de batista, generalmente blanco, adornada con una pechera de jaretas y tiras bordadas, puntillas o bullones levemente almidonados. En ocasiones el cuello es de tipo "cordobés", es decir, sin picos o con pasador. Lleva unas cintas en la parte delantera para su sujeción interior, evitando que pueda salirse de su posición natural.
Faja y corbatín. También denominados cabos. Se fabrican en raso o moaré. La faja desciende del correón de cuero y fue una auténtica prenda de atado y sujeción de la taleguilla hasta mediados del siglo XX. Actualmente se ha convertido en un elemento decorativo y elástico, donde sujeta la taleguilla a la altura de la cintura.
Leotardos. Son calzas largas que llegan hasta la cintura, fabricadas de material elástico y ligero, en color blanco o beige.
Medias. Se colocan sobre los leotardos y alcanzan la rodilla. Generalmente son de color rosa fuerte.
Zapatillas. Llamadas también manoletinas. Son siempre de color negro y material impermeable. Llevan una goma para ajustarse al pie y la suela de caucho también ha de llevar relieves que faciliten la adherencia al piso de la plaza. Se atan con lazos de raso negro.
Montera. Es el sombrero de los toreros. Fue una prenda ideada por Francisco Montes en el año 1.835 para sustituir al trasnochado sombrero de tres picos. Su interior es de seda y debe ajustar perfectamente a la cabeza del torero, desde las cejas a la nuca. Con ella se brinda y se saluda.
Castañeta. El peinado de los primeros toreros,  era de abundante cabellera recogida con redecilla, peineta y pañuelo. Más tarde se abandonó la red y se pasó a la "moña" o mata de pelo colocada en forma de moño sobre la nuca. Después se usaba la coleta de pelo natural que identificaba al torero vestido de calle. En el siglo XX-años veinte- comenzó a suprimirse el pelo en forma de moño por la actual castañeta, añadido o postizo.
Tirantes. Cintas elásticas con terminales de cuero que se abotonan a la taleguilla.

La alternativa

La antigüedad del matador de toros se adquiere con la alternativa, ceremonia que tiene su origen en una vieja cortesía mediante la cual el maestro cedía la muerte del toro a su discípulo más aventajado,un miembro de su cuadrilla, un destacado banderillero o media espada. El acto tenía carácter de espaldarazo, recordando la usanza medieval, cuando el señor armaba caballero a uno de sus aguerridos y fieles guerreros.
La ceremonia, en principio, es cosa de dos: el padrino y el novicio. A este último, los taurinos le adjudicaron el título de toricantano, en comparanza con la ceremonia religiosa de los sacerdotes que por primera vez cantan misa, misacantanos. El toricantano y el padrino están acompañados por el tercer espada del cartel, que actúa en calidad de testigo.
La alternativa se puede obtener en cualquier plaza de la geografía taurina, pero es preciso confirmarla en tres escenarios: la Monumental de Las Ventas de Madrid, la México y la Santamaría de Bogotá. El torero que va a tomar o confirmar la alternativa deberá realizar el paseíllo destocado, en señal de respeto. También habrá de estoquear el primer toro del festejo, recuperando seguidamente la antigüedad que le corresponde.
La ceremonia consiste en la entrega por parte del padrino, el más antiguo del cartel, de los 'trastos', estoque y muleta, al nuevo matador. En el siguiente toro, segundo de la tarde, se repetirá el acto con la "devolución de los trastos", con los mismos protagonistas.

Ceremonial del festejo

Una hora antes, como mínimo, de la anunciada para el comienzo del festejo se abrirán las puertas de la plaza. Los toreros llegarán, con quince minutos de antelación a esta hora, al patio de cuadrillas.
En el palco presidencial tienen que estar preparados los pañuelos que habrá de exhibir el presidente, cada uno de distinto color en función de su cometido, esto es: el blanco, para dar a conocer el comienzo del espectáculo, la salida del toro, los cambios de suertes, los avisos y la concesión de trofeos; el verde, para devolver las reses a los corrales; el rojo, para condenarlas con banderillas negras; el azul, para premiar a los toros o novillos con la vuelta al ruedo en el arrastre, y el naranja, para concederle el indulto a la res.
Una vez llegada la hora que ha de comenzar el festejo y con rigurosa puntualidad, el presidente ordenará la salida de los alguacilillos para hacer el "despeje" o "despejo" de la plaza. Realmente no hay nada que despejar, puesto que el ruedo está limpio y preparado; pero la corrida es también un acto litúrgico que conserva costumbres que se siguen respetando y conservando. De ahí la conservación de la figura del alguacil, funcionario público de carácter ejecutivo, y de su indumentaria, a la usanza de la época de Felipe IV. Hasta bien entrado en el siglo XIX, los alguaciles se encargaban de obligar a las gentes que se encontraba en el ruedo de la plaza a retirarse a sus localidades o puestos de donde iban a seguir el festejo. Los alguaciles siempre han sido motivo de odios o sátiras del público, debido a su función fiscalizadora. Hubo tiempos en los que se soltaba al  toro con rapidez para que el público se mofase ante los apuros de la autoridad a caballo, que huía despavorida.
Una vez en el ruedo, y simulado el despejo, los alguaciles rinden respeto a la máxima autoridad del espectáculo, el presidente, destocándose e iniciando una breve inclinación. Después se van en busca de los toreros.
Con los alguaciles al frente, los toreros que ocupan la primera línea se desean suerte,haciendo partícipes de la buenaventura a los que están detrás, sus subalternos. Inmediatamente se ordena a los toreros que se pongan en marcha. Todos, o casi todos, se santiguan. Algunos supersticiosos, la gran mayoría, siguiendo la tradición, tocan previamente la madera de la barrera. Comienza el paseíllo.En este momento, los espectadores dan palmas y suena el pasodoble, el espectáculo comienza, con todo su colorido.
La disposición del cortejo está tácticamente reglamentada. Tras los alguaciles marcha la primera línea de toreros, compuesta por los matadores. En el caso de tratarse de corrida de toros y siguiendo el sentido de la marcha, el situado a la izquierda es el de mayor antigüedad de alternativa, el de la derecha quién cumple más tarde este precepto y en el centro el más moderno. Si  fuera novillada sin picadores en el orden se sigue teniendo en cuenta la fecha del debut con picadores y si fuera novillada sin picadores, se toma como referencia su primera puesta de luces.
Tras los matadores se colocan los banderilleros: en la primera línea, los tres del primer espada, flanqueando los que lidian al tercero de la cuadrilla de a pie; en la segunda, los del segundo cartel, y en la tercera los que van con el más moderno. Idéntico orden se mantiene para los picadores, dos por matador. Después desfilan los monosabios, los areneros y, por último, cerrando la comitiva, las mulillas y los mulilleros.

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