sábado, 25 de agosto de 2012

LA MEDALLA DE HONOR AL TRABAJO

LA MEDALLA DE HONOR AL TRABAJO

Entre los muchos premios que reciben en la ciudad de Sevilla, quizás el más merecido es el de la entrega de los méritos al trabajo.
En uno de estos años atrás ese galardón recayó sobre mi vecina Juana la de los calientes, que vivía en el callejón de la calle Nazareno.
Fue nombrada medalla de plata del mérito al trabajo, por su extensíva e intensa vida dedicada al servicio de los churros.
Toda la aristocracia de abolengo ha comido de sus porras.
En su día llegó a tener hasta 3 calenterías.
A tal efecto Juana invitó a sus más allegados a una fiesta en su callejón.
Ella que es una persona agradecida me encargó la organización del catering de la Fiesta.
Ahí que montamos un dispositivo con mantones de Manila en las rejas, ramos y ramos de flores adornaban por todos lados las paredes de esta calle.
Barriles y Botellines Cervezas helados rulaban por las mesas.
Platos de Jamón Caña de Lomo Queso Curado Croquetas Frituras Varias eran devoradas por la ingente masa que acudió puntual a esa cita.
Como con todo lo que pasa cuando es gratis vino más gente de la cuenta, si me apuras , la mayoria no eran ni conocidos, eran conocidos de conocidos de conocidos de conocidísimos.
Se nos desbordó el evento, pues tras las degustaciones vinieron las copas de destilados de pescué.
Juana que era una gran señora asumió la totalidad del pago de la cuenta, que no fue precisamente moco de pavo.
Pero la sabia Juana que sabía que quien tiene un buen vecino tiene un tesoro, delegaba sus asuntos más delicados en manos de su confianza.
Es decir de mí.
Que cuando le ha hecho falta siempre he estado allí con ella.
Le he cuidado a su pajarito Curro cuando reformó su casa y le daba el polvo, o cuando se han ido de vacaciones.
La primera vez que estuvo a punto de irse para el otro barrio, Le he ido a la farmacia de La Algaba a por medicamentos , era la única Farmacia abierta de madrugada en aquella época en la que todavía no existían las Farmacias 24 horas.
Realmente el boticario que era conocido mío me abrió su casa para venderme los fármacos.
Y asín mil y una historia más de anécdotas que guardo celosamente en mi haber, y que algún día verán la luz.
Con este c.v. quién no confiaría sus más preciados días de gloria a una persona como yo?

 

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