domingo, 19 de agosto de 2012

LOS ORDERMANS

LOS ORDERMANS

Con la afluencia masiva de clientes en la época álgida de la economía no todo podía ser oro que reluciese.
Las consecuencias negativas en el momento más esplendoroso de la actividad hostelera se dejaban entreveer.
La fuerte competencia laboral en el sector de la construcción arramblaba con los puestos de trabajo de los camareros.
Oferta salarial más atractiva además de fines de semana, puentes, fiestas de guardar, semana santa, feria, otras y vacaciones  suponían una escapada al infiernal sector servicios.
El caso es que los profesionales escaseaban pero el trabajo aumentaba.
Más dinero que quemaba en las manos más ganas de gastarlo y de demostrar la posición social efímera conseguida.
Así que me puse en manos de expertos que me aconsejaron sustituir la vieja caja registradora por un sistema informático con comanderos automáticos, lo cual aceleraría la gestión de los pedidos de las mesas y aumentaría la facturación, evitando desplazamientos inútiles.
Dicho y hecho cada maquinita me ahorraba 2 trabajadores y además rendía un 40 % más, no se ponía mala, no tributaba a la S.S., ni pagaba IRPF , era todo beneficio, eso sí a costa de cada trabajador que la utilizaba, a ellos si los hacía trabajar más.
Pero también creaba un ambiente de comodidad entre los compañeros.
Se trabajaba más organizadamente, los pedidos salían en el orden comandado, la cocina no tenía que adivinar las letras de cada uno de los trabajadores, porque había una única letra.
Se acabaron los gritos, el fiar, la tiza - como apuntaba Don Antonio Burgos en uno de sus artículos de este negocio de restauracion del centro de Sevilla -
Pero como todo lo que entra sale aunque se quede un ratito.
En la actualidad las bornas han cambiado. Los camareros dejan de ser albañiles para volver a su oficio primitivo.
Hay más oferta que demanda.
Pero el orderman está implantado ya y la confortabilidad y seguridad que proporciona no la cambia nadie ya por el mejor de los profesionales.
Ay que verdad que es el dicho de Virgencita Virgencita que me quede como estoy.
Porque la mayoria de todo aquel que ahora regresa a su restaurante de origen no lo cojen ni por Navidad.

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